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VIII CONFERENCIA TATIANA PÉREZ DE GUZMÁN EL BUENO
El cerebro sigue superando en complejidad a los métodos que se utilizan para estudiarlo
- Es una de las conclusiones de la “VIII Conferencia Tatiana Pérez de Guzmán El Bueno”, impartida en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma
- El profesor Cobb es autor de numerosos libros de divulgación, por los que ha sido premiado. Su investigación se centra en el estudio del olfato.
El estudio del cerebro ha sido siempre, y sigue siendo, uno de los grandes retos de la ciencia. El profesor Matthew Cobb, de la Universidad de Manchester, lo explicó detalladamente en la “VIII Conferencia Tatiana Pérez”, con el título “The Idea of the Brain”, el pasado martes (18 de abril) en la Facultad de Medicina de la UAM.
El lunes el profesor Cobb impartió también en la sede de la Fundación Tatiana la conferencia “Perspectivas del pasado y del presente sobre el cerebro” como clausura de la Jornada de Investigadores y Becarios en Neurociencia de la Fundación.
Invitado por la profesora Carmen Cavada, directora de la Cátedra en Neurociencia UAM-Fundación Tatiana, Cobb destacó que, a pesar de los grandes avances producidos en Neurociencia y la sólida base de conocimientos adquiridos, “aún no comprendemos claramente cómo miles de millones de neuronas, o incluso sólo unas pocas decenas, trabajan juntas para producir la actividad cerebral”.
Paradójicamente, señaló el profesor Cobb, “no podemos crear artificialmente una experiencia sensorial precisa en un cerebro humano, aunque tenemos el grado de control necesario para realizar un experimento de este tipo en un ratón”, gracias a técnicas como la optogenética. Sin embargo, el cerebro sigue superando en complejidad a los métodos que los neurocientíficos utilizan para estudiarlo, por muy sofisticados y asombrosos que puedan parecernos.
“Durante más de 350 años hemos seguido la sugerencia del anatomista danés Nicolaus Steno de mirar dentro de cerebros muertos, extraer fragmentos de cerebros vivos, registrar la actividad eléctrica de las neuronas y, en las últimas décadas, alterar su función neuronal con consecuencias asombrosas. Aunque la mayoría de los neurocientíficos nunca han oído hablar de Steno, su visión ha dominado siglos de ciencia cerebral y está en la raíz de nuestros notables avances en la comprensión de este órgano tan extraordinario”, recordó Cobb.
El profesor Cobb hizo un recorrido por otros avances en el estudio del cerebro a lo largo de la historia basados en los descubrimientos que se han ido logrando. Entre ellos, fue importante “el dominio” de la electricidad, en el siglo XVIII, de la mano del físico Volta, por medio de baterías, y de su uso por Galvani para demostrar cómo se propaga la electricidad por los nervios de los seres vivos. Esta observación está en la base tanto de las respuestas reflejas de los seres vivos como de las conductas complejas, que se producen mediante impulsos nerviosos de origen eléctrico.
Esta temprana visión dio origen a la metáfora que comparaba el funcionamiento del sistema nervioso con la tecnología de moda de la época: la red telegráfica, que permitía transmitir mensajes a larga distancia mediante cables, que los científicos de esa época comparaban con los nervios de los organismos vivos.
No fue hasta finales del siglo XIX cuando el Nobel español Ramón y Cajal pudo demostrar que el cerebro no era una red de fibras desordenadas, como entonces se creía, sino que estaba compuesto por células, las neuronas, como pudo observar al microscopio utilizando una modificación de la tinción que acababa de descubrir el médico italiano Camilo Golgi. Esta observación supuso un antes y un después en el estudio del cerebro y mereció en 1906 el premio Nobel de Medicina para Cajal y también para Golgi, como creador de la técnica que utilizó Ramón y Cajal para mostrar la individualidad de las células cerebrales, considerado por ello el padre de la neurociencia moderna.
Este importante hallazgo hizo posible la descripción de la sinapsis, que permite a las neuronas comunicarse, y la propagación de los impulsos nerviosos en una sola dirección. Un avance que en el siglo XX impulsó el desarrollo de máquinas que imitaran el funcionamiento del cerebro y que culminó en la década de los 50 con la creación de los primeros ordenadores.
El estudio del cerebro, como mostró Cobb, ha estado muy influenciado por el avance de las tecnologías, que a su vez, están ideadas por nuestro cerebro. ¿Cuáles serán los próximos avances en tecnología que permitirán progresar también en Neurociencia? Es difícil predecirlo, concluía Cobb. Y pasó el testigo a quienes le escuchaban, jóvenes estudiantes de medicina y neurociencia, que serán los encargados de continuar el difícil reto de mirar el cerebro en los próximos años con nuevas técnicas.
SOBRE LA FUNDACIÓN TATIANA
La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno tiene como fines ayudar a la investigación científica y la educación cívica y ambiental de los jóvenes. En 2015 puso en marcha el Plan de Apoyo a la Neurociencia, una iniciativa pionera en España. Este Plan está coordinado desde la Cátedra en Neurociencia UAM-Fundación Tatiana, dirigida por la Dra. Carmen Cavada.
La Fundación ha financiado 40 proyectos de investigación en Neurociencia, de los que 17 siguen activos en la actualidad. Además, 41 estudiantes predoctorales han realizado o están realizando su tesis doctoral con el apoyo de la Fundación en toda España. Otra de las iniciativas dedicadas a la formación es la Conferencia anual Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, dirigida especialmente a los estudiantes.
La Fundación Tatiana tiene también el compromiso de conservar el patrimonio histórico-artístico heredado de Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, con la vocación de contribuir al enriquecimiento cultural de toda la sociedad, mediante la investigación y divulgación de su legado.